Olvidos añejos
viven con ella
gotas de fuego
salieron de su alma
inertes sus manos
ya no dibujaron
aquellos desnudos
de tela y desvelos
de noches de vino
y presencias de paso
de vida ligera
en lechos ajenos,
prohibidas palabras
guardaron sus labios
caricias insanas
se le apretaron
mejillas tersas
ajadas del tiempo
aliento pausado
sus flores se secan,
duele su ausencia
no crecen geranios,
rosas, ni azaleas
la nieve las quema
¡todo ha cambiado!

© Silvia García Sandoval