Samhain

Reunión Samhain Silgo XXXI
Octubre 31, 3017, 23.00 hrs. (Tiempo de España)

El recinto está ya en ruinas, pues mil años han pasado que Manoli, lo fundó, luminoso, acogedor para reunir las amigas, saboreando un buen café para charlar a placer sus sueños y travesuras, sus pláticas con sonrisas de aguamiel. La luna está azulada, será el reflejo del cielo que hoy obscuro más, se ve, con dos o tres vampiritos reflejando sus alitas extendidas de negrura en la plateada espesura de una esfera que algo obscura nos invita a recorrer las calles largas, desiertas de almas vivas, escondidas en sus casas, que ya no nos quieren ver.
Gatos negros hoy deambulan por varias calles vecinas, sus maullidos destemplados ya se escuchan por doquier y en todas las casas lindas se han corrido las aldabas a siete llaves cerradas, han bajado las cortinas y nadie se deja ver.
Plena noche de recuerdos, así nos la prometimos los poetas que estuvimos en la Guarida cautivos, con amores a destiempo, llorando nuestros silencios y desafiando a la muerte con sonrisas imprudentes o respetuosos dolientes, entre versos divagando y en la poesía destacando.
Sobre las mesas polvosas Yolanda va colocando las flores de zempoatzuchitl en cascada anaranjada con las que vino cargada la balsa en la que bogaba desde México en el que murió cascada, escribiendo desmedida, llorando sus amarguras, siempre por las madrugadas.
Sentado solo, a la espera está Salas escribiendo sus sonetos tan complejos, de lo que ocurre en España, versos de recio poeta que maneja el lenguaje con reconocida maña, con los que corta cabezas con recrudecida saña. Él aún habita un mundo de mil marañas extrañas, tanto como las arañas que cuelgan de su corbata, urdida con telarañas.
Ahora llega Araceli, en carrera apresurada los huesos le tintinean con las pulseras de plata, pues, ha dejado a sus deudos sólo joyas de hojalata. Su sonrisa nos revela que se siente fascinada por haber llegado a tiempo y así encontrarse dispuesta a ayudar en lo que sea, aprobando las propuestas.
Llega Mía acomedida, elegante, con el cráneo bien brillante pues fue con el peluquero, con revuelo de manteles y primorosas canastas con viandas bien preparadas de exóticas apariencias. Cavas y tintos de marca con etiquetas diversas enfriadas unas, los otros, en su tibieza perfecta.
Oh, no me había percatado. Al fondo, algo solitaria, miro a Julie con la cartera repleta de libros viejos y un deslucido bolígrafo escribiendo en los papiros que trae del siglo XXI, sigue escribiendo poemas y no sé de qué manera exhala humo su cabeza, tan reflexiva nos mira y luego un verso excelente escribirá del fantasma que le inspira lo que advierte.
José Javier está entrando. Elegante, y… despistado. Caballero nos saluda y enseguida nos describe de los cambios ocurridos al ambiente en cada entorno, desde el siglo pasado, se ha encontrado en el camino con amores que le quedaron pendientes y entre ellos, de alguno, permanece enamorado. Todas, casi todas, por él siempre, han esperado.
Manoli se está acercando y la tertulia enriquece con una copa en la mano está feliz de reunirse con sus amigas de antaño, esta reunión es lo suyo, lo que ella había imaginado y por eso en su rinconcito la junta se ha convocado.
Leha camina entre sueños sus pies el suelo no tocan, vuela entre todos nosotros y a un murciélago sus alas las ha pedido prestadas, él se encontraba cansado y ha decidido quedarse a dormirse desnudado en lo alto de un andamio, mientras ella luce hermosa con el negro de azabache sobre sus huesitos albos.
Silvia García Sandoval está ya traspasando como una reina el umbral, vestida como catrina, de belleza sin igual, amplio sombrero de copa adornado con las flores de su Morelos natal. Linda, bella deslumbrante, más que calaca temblante, semeja un lirio juncal. Sonríe amplia y en el ambiente flota un aroma de flores casi, casi angelical.
Llega Greg, apresurado, la corona ha resbalado, la blande desesperado porque siempre es el primero cuando convoca a reunión y ahora se ha retrasado, lo coronaron de olivos en la reunión de las artes, acompañado de Esther y la Guarida de peques y aunque no le gusta el nombre sigue siendo nuestro rey, porque se volvió poeta, a punta de recalar y por todas es amado, nadie nota que de estrés parece desmejorado, ¡qué leches! aún sin querer, ahora, todos somos… delgados.
Fantasmas diseminados hablan a más no poder, María Luisa, por ahí, da la mano a Cely Vargas, y Esperanza está bailando con Carmiña y Hergue Azul, dan la mano a otros poetas contemporáneos entonces. Como niños en un corro, dan vueltas todos danzando. Hay risas, salutaciones, brindis bohemios y cantos. La noche está terminando. Mía ha pasado lista, con algunas excepciones todos autores y amigos, Raquel nuestra Duendecilla, Ana Isabel, Devannys, Arturo y Dulce María (que siguen enamorados) Araceli de Luna, Casal casalita de la mano con Fabíán, Isabel Suárez, Lili, Marga y Silvia Salafranca, Verónica, Flor Profusa, Gloria Lucía, Matilde, María Gracia y Dulcinea, Paqui y María de los Angeles, cierra con María Yolanda (todos, bebieron de más).
Las doce están dando ahora, las campanas van sonando. Seguimos un rato más, todos estamos felices. Un aplauso fantasmal ensordece la alborada. El silencio nos invade, los besos y la nostalgia, la promesa de encontrarnos dentro un siglo celebrando. Las manos ya se separan, todos vamos caminando despacito nos miramos, a lo lejos un adagio en su sepulcral tonada nos ha de encontrar penando, otro siglo, otro tiempo de seguirnos encontrando.

© Yolanda Arias Forteza
Octubre, 2017