Hay quien vive en un caparazón,
como tortugas difíciles de palpar…
cerrados en sí mismo, duros como peñón
y débiles congénitos en su interior están.
Prefiero fina lluvia, el aire me ha de dar
aromas, las vivencias del mundo en rededor,
sentir que sigo viva aunque he de soportar
el implacable azote de quien recibe al sol.
Esos caparazones, que maquinen sus cuitas,
me tienen sin cuidado retorcidos empeños,
que he de seguir latiendo como la mariposa
extendiendo sus alas al imposible viento.
Vulnerable, sensible, tapono las heridas
con gasa sonriente, las sienes se serenan
que ganaré batallas contra la seca sima…
los que me hirieron, su necedad se llevan.
© Carmen Barrios Rull
Desde luego, Carmen; hay en la vida rostros pétreos imposibles de acceder a ellos; en cambio otros resultan mucho más asequibles y fáciles de tratar; y con ellos la vida va mucho mejor, desde luego. Abrazos!!!.
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Hola J. Javier, he escrito mucha protesta social, soy bastante rebelde y las situaciones injustas me indignaron quizá demasiado. E imagínate ahora con la que está cayendo…Lo único que podemos hacer es escribir, descargarnos de tantas malas noticias que a diario nos llegan. Otro abrazo para tí
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Gracias Greg por colgar hoy este poemita. Ya iba a desconectar, (porque me «envicio» por otra página, es lo malo de las redes, que entras por cualquier sitio), pero he ido al correo «legal» y te encuentro. Espero que estés bien, porque menudas calores y aplanamiento tenemos… Un besiño y a cuidarse,
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