Perversa Complicidad
Estoy sola en la casa, él ya salió hace un cuarto de hora, me preparo con esmero, esta noche decidí ir al cine, minifalda y mi blusa favorita, pendientes, un velo de maquillaje y estoy lista, para disfrutar esta noche primaveral. El viaje no es demasiado largo y en poco tiempo estoy en el cine. Entro al pasillo y voy a mi lugar, sentado al lado hay un hombre, me encuentro con su mirada por un momento y luego se apagan las luces. La película está empezando, siento la mano de mi vecino, que lentamente se arrastra dentro de mis muslos, la adrenalina comienza a subir, abro un poco las piernas, la mano se levanta, busca el punto que ya palpita con avidez, mi respiración Siento un resuello cuando sus dedos acarician con firmeza mi intimidad empapada de deseo, conteniendo apenas el grito de placer que me da su ritmo acelerado. Saca la mano y con suavidad, la pone en la nuca y me empuja hacia su sexo. Esperando gratamente mis labios, siento que alguien a nuestro alrededor trata de ver qué pasa, no paro, la excitación está a un nivel altísimo, le doy, con mi boca el placer que anhela, que exige hasta la humedad epílogo y embriagador… Los créditos ruedan en la pantalla, me acomodo, me levanto y salgo antes de que las luces inunden la sala. ¡Es primavera! el aire de la noche está fresco en mi rostro satisfecho y acalorado, todavía inmerso en un frenesí eufórico tomo el camino a casa. Regresé en un minuto y ya en el umbral está la figura del hombre que amo inmensamente, me mira y sonríe, yo le sonrío a su vez y nuestras miradas se vuelven juntas hacia la puerta del dormitorio, se acerca y me susurra » ¿Compras tú el DVD de la película de esta noche? asiento en silencio, su mano aterriza en mi rostro en una delicada caricia.
… Mi pendiente brilla intensamente en el puño de su camisa…
© María Isabel Corrado
