JUSTICIA CIEGA (basada en hechos reales)Relato escrito por Yvonne Torregrosa

Al principio, solía pasear tranquilo, disfrutando del comienzo del fin de semana.

Pero, desde hace un tiempo he empezado a ver una escena que me parte el corazón.

Esto fue lo que ocurrió el primer día:

Observo a una madre que sale de un portal con dos niños, el más pequeño de unos cuatro años de edad.
Ella lo lleva en brazos. La niña, un poquito mayor, va agarrada fuertemente a la pierna de su madre con las dos manos.
En los caramelos de aquellas miradas solo vi horror.

Se acercaba un hombre, con rostro amargado y mirada fría.

En la cara de esa madre delgada y pálida solo se veía la pena y de sus labios salían palabras de cariño y consuelo hacia las criaturas, que no se despegaban de ella.
El niño, que estaba en brazos de la madre, lloraba desconsoladamente y solo decía entre sollozos:
“No, mamá, no me dejes ir, no, mamá, no quiero ir con él”.
La madre intentaba explicarle con amor y dulcemente que solo serían tres días, que papá ya no les iba a pegar más.
La niña, mostrando la madurez que le había dado una mala vida de palizas de su padre desde que tomaba biberón, le intentaba decir a su hermano:
“Yo te voy a defender, ya verás, no nos va a hacer nada; además, solo vamos con él porque lo ha dicho un juez, ¿verdad, papá, que tú me has dicho eso?”.

Después, con los ojos cargados de tristeza y al mismo tiempo de desafío, la criatura agarraba muy fuerte la mano de su hermano, como temiendo perderlo si la soltaba, y se sentaba junto a él en un coche que la llevaba lejos de su hogar y de su verdadera vida. Miraba entre lágrimas a su madre por la ventanilla trasera, mientras la mujer se deshacía en llanto, y trataba de decirle con los ojos: “No te preocupes, mamá, no dejaré que papá nos vuelva a hacer daño”. En su mirada, a pesar de ser tan pequeña, había entereza y valentía.

Y entonces me di cuenta con tristeza de que hay padres cobardes que no merecen a sus hijos. El que conducía aquel coche era uno de ellos.

Desde que cada dos viernes veo esa escena, siento que se me escapa algo de vida, ante la impotencia y la pena en la cara de una madre que, al despojarse de sus hijos, se llena de lágrimas.

¿Qué clase de justicia es la que decide que un simple lazo biológico es más importante que la verdadera justicia?

¿Hay una justicia así de injusta?

© Yvonne Torregrosa