Las horas corrían en un mundo extraño,
Un mundo que yo empezaba a conocer.
Era tan feliz al sentirme en tus brazos,
La noche caía y no me intimidé.
Era tan hermoso poder abrazarte,
La luz de la luna besaba tu piel.
Tus ojos radiaban ternura y cariño,
Sonrisas y besos que jamás olvidaré.
Aún queda en mi mente la gráfica escena.
De un padre amoroso de gran corazón.
Que en un corto tiempo me dio todo el amor preciso.
La fuerza suficiente para resistir el dolor.
Mis manos pequeñas tocaron tu rostro,
Y enmudecida mi voz para siempre quedó.
Un grito que desgarraba mi alma,
Ahogado en silencio llorando tu adiós.
Aún queda el columpio en que tú me mecías,
Queda en el recuerdo y mi imaginación.
Mi mente pequeña guardo para siempre,
Detalles muy gratos de tu inolvidable corazón.
Jamás borraré de mi mente la escena,
Más dulce y más tierna que jamás viví.
Tu amor hoy se escribe en este poema,
Gracias a tu amor muchas veces yo sobreviví.

© Esperanza E. Vargas