Azul y arena,

las rocas vestidas de sal,

y la tristeza en tu mirada,

mujer de muchas soledades.

Quisiste,

y sólo encontraste olvido.

Hoy tus ojos,

no reflejan el amor de aquellos días.

Azul y arena,

y el mar que lame tus heridas.

Las promesas huyen en bandada.

y lloras.

Pero tú sabes, ya tarde,

que el amor no necesita de promesas.

Autor: María G. Vicent ©